Que los abogados se especialicen en un área en concreto no es algo novedoso. El mundo jurídico es tan complejo y tan extenso, que resulta muy difícil ser muy bueno en todos los campos. Es por ello que nos encontramos con abogados especializados en temas laborales, expertos en demandas contra bancos, otros en temas de familia, abogados mercantilistas, herencias, entre otras especialidades, como los abogados especialistas en hipotecas.
Ahora bien, en las últimas décadas empezaron a surgir algunos abogados que se atrevían a litigar y a demandar a los todopoderosos bancos, moles empresariales y económicas que parecían ajenas a las demandas de los clientes, sobre todo de los particulares. Era, a vista de todos, como disparar con una escopeta de aire comprimido a un tanque. De hecho, el concepto “demandar a mi banco”, a nivel particular, era prácticamente inexistente, o algo anecdótico. No se concebía, entre particulares con su nómina o pequeños empresarios, que pudiéramos hacer nada contra los abusos que algunos bancos han estado (y siguen) cometiendo.